¿Prisiones de Ikea?
El complejo problema de
cómo reducir la delincuencia se mueve entre dos polos: la visión “humanitaria”,
que propone ayudar a los delincuentes a convertirse en ciudadanos honestos,
integrados socialmente y felices, o la visión “punitivista”, centrada en
castigar a los infractores para que se corrijan y no vuelvan a delinquir.
Esta
realidad dialéctica convive de forma dinámica y se puede observar en las
oscilaciones de las políticas penitenciarias, ya que unas se decantan por la
rehabilitación y otras por el castigo. La visión idealista propone equilibrar
estas dos corrientes para resolver el problema de fondo, eliminar o reducir la
delincuencia. Mientras tanto las políticas criminales – que regulan a su vez las políticas penitenciarias – y que se aplican en la práctica cotidiana por los encargados de hacerlo, dependen de decisiones legislativas. Estas, a su vez se apoyan en teorías, conocimientos, creencias y convicciones disponibles, facilitadas a los políticos y gestores públicos por especialistas, expertos y consultores con la intención de articular soluciones a los problemas de la delincuencia. La actualidad de estas políticas, que reflejan las posiciones descritas en el anterior apartado, son dos: las políticas de “mano dura/tolerancia cero”, las punitivas y las políticas “blandas” , o rehabilitadoras.
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Imagen de una prisión en Noruega |
Entre la dicotomía de si las prisiones –
por extensión – las políticas criminales, han de ser “de mano dura” o “blanda”
solo cabe una solución y no es la del
“equilibrio entre ambas”. Esta solución la vamos a denominar “políticas criminales
inteligentes”. Es decir han de ser soluciones complejas, de efectos seguros
pero lentos y de baja intensidad, siendo eficaces y que se han de reajustar
constantemente.
Estas soluciones pasan por reformar el sistema haciendo los siguientes pasos: a) definir los objetivos concretos que persiguen estas políticas y las medidas que se imponen, b) aplicar soluciones que las evidencias científicas han demostrado ser eficaces y c) planificar de forma dinámica la aplicación de las soluciones, incorporando las innovaciones que el avance del conocimiento vaya descubriendo con el paso del tiempo.
El mejor exponente de la cristalización practica de la política criminal son las prisiones. Es cierto que no es el único elemento que constituye la política criminal de un estado y que cada vez deja su espacio de preeminencia a otras alternativas de cumplimiento de las penas. Pero todavía hoy la prisión o la cárcel es lo primero que, a todos, nos viene a la mente cuando pensamos en que hacer con alguien que ha cometido un delito o infracción: enviarlo a la cárcel.
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La "Pantoja" entra en la prisión el pasado mes de Diciembre |
Y la cárcel está, en nuestro entorno, más
o menos siempre en primer plano de la noticia. En estos últimos años está de
actualidad porque por ella están desfilando personajes conocidos: políticos
corruptos, famosos de la farándula y ciudadanos que no encajan en el
estereotipo penitenciario, en el perfil de una “persona marginal, socialmente
desarraigado y drogadicto”. Nuevos presos que no tienen ese perfil pero que
cometen graves delitos de violencia intrafamiliar, de pareja e incluso otros
“nuevos” delincuentes, los delincuentes viales. Hace una década las cárceles
estaban de actualidad porque estaban en expansión, en el marco de la “burbuja
inmobiliaria” y había un gran crecimiento de los internos (y por consecuencia
de los centros) desproporcionado y constante. Ese crecimiento hizo que España,
siendo uno de los estados con tasas de criminalidad mas bajas de Europa,
superase a todos nuestros países vecinos en cuanto a tasas de encarcelamiento,
excepto al Reino Unido. Y mucho antes, pro no tanto, la razón de la actualidad
de las prisiones fueron los conflictos y motines carcelarios, antes las
torturas, etc.. En resumen, siempre las prisiones son motivo de atención y
preocupación social y política.
¿Hay algo nuevo en este terreno?.
Después de muchas décadas ¿hay algo innovador para mejorar y hacer más
eficientes las prisiones? Ya que como servicios sociales que son, al menos
aparentemente, muy costosas. Según el diario digital Te Interesa en 2013 la
Administración central presupuestó 1.102.129 millones de euros para la gestión
de las 72 cárceles españolas en las que había, aproximadamente unos 60.000
internos, en estos centros trabajan 25.000 empleados públicos y se incluyen, en
esta partida, los gastos de personal, las inversiones (6,8 millones), el
presupuesto en asistencia sanitaria y farmacéutica (70 millones) y el coste del
mantenimiento de los edificios y la custodia de los presos.
Aproximadamente el coste anual por recluso alcanza los 16.064 euros, es decir, algo más de 44 euros al día. La ACAIP (sindicato de funcionarios de prisiones) elevan ese gasto anual a unos 25.000 euros por recluso. Un estudio publicado en la UNED en 2012 señaló que el coste por recluso es de 51,85 euros al día, y en Catalunya, la única autonomía con competencia en prisiones, el gasto es de 78 euros. Según este trabajo, dirigido por el profesor Carlos Vázquez González (UNED), los costes en España son menores que en Alemania (94,41), Italia (121,25), Gran Bretaña (129,4), y superan los de Portugal (44,43), República Eslovaca (41,49), República Checa (33), o Rumanía (22).
La respuesta a la anterior pregunta es que sí, que hay iniciativas novedosas y sugerentes. Al hilo de la realidad antes expuesta queríamos presentar tres interesantes iniciativas en cuanto al diseño y estructura de los centros penitenciarios. Son un ejemplo de cómo innovar en la aplicación de la pena de privación de libertad con proyectos “inteligentes” de prisiones de futuro, más allá de la propuesta de la película “Minority Report” y con los que se está experimentando o especulando. Se trata de tres propuestas de nuevas formas de construir y estructurar las prisiones. Estos proyectos, en marcha actualmente, se han diseñado teniendo en cuenta los conocimientos modernos de la Criminología: hablaremos de las prisiones (Ikea) que se desarrollan, como no podía ser de otro modo, en los países escandinavos, de una propuesta desarrollada en la Escuela de Diseño y Arquitectura de la Universidad de Harvard (PriSchool) y de un proyecto innovador de un nuevo tipo de prisiones en Japon (Shimane Asahi Rehabilitation Center).
Aproximadamente el coste anual por recluso alcanza los 16.064 euros, es decir, algo más de 44 euros al día. La ACAIP (sindicato de funcionarios de prisiones) elevan ese gasto anual a unos 25.000 euros por recluso. Un estudio publicado en la UNED en 2012 señaló que el coste por recluso es de 51,85 euros al día, y en Catalunya, la única autonomía con competencia en prisiones, el gasto es de 78 euros. Según este trabajo, dirigido por el profesor Carlos Vázquez González (UNED), los costes en España son menores que en Alemania (94,41), Italia (121,25), Gran Bretaña (129,4), y superan los de Portugal (44,43), República Eslovaca (41,49), República Checa (33), o Rumanía (22).
La respuesta a la anterior pregunta es que sí, que hay iniciativas novedosas y sugerentes. Al hilo de la realidad antes expuesta queríamos presentar tres interesantes iniciativas en cuanto al diseño y estructura de los centros penitenciarios. Son un ejemplo de cómo innovar en la aplicación de la pena de privación de libertad con proyectos “inteligentes” de prisiones de futuro, más allá de la propuesta de la película “Minority Report” y con los que se está experimentando o especulando. Se trata de tres propuestas de nuevas formas de construir y estructurar las prisiones. Estos proyectos, en marcha actualmente, se han diseñado teniendo en cuenta los conocimientos modernos de la Criminología: hablaremos de las prisiones (Ikea) que se desarrollan, como no podía ser de otro modo, en los países escandinavos, de una propuesta desarrollada en la Escuela de Diseño y Arquitectura de la Universidad de Harvard (PriSchool) y de un proyecto innovador de un nuevo tipo de prisiones en Japon (Shimane Asahi Rehabilitation Center).
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Patio de una prisión de Noruega |
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Interior de una prisión de Noruega |
La PriSchool.
Propuesta y diseñada por un estudiante de diseño de la Universidad de Harvard, Glen Santayana, la PriSchool es un proyecto innovador y original. Diseñada en el contexto del programa “Arquitectos/diseñadores/Planificadores con Responsabilidad Social” fundado por Raphel Sperry que es un reconocido arquitecto norteamericano de gran conciencia social. Uno de sus estudiantes, Santayana, ha proyectado en su tesis doctoral el plan de una nueva prisión basándose en los principios de la rehabilitación y la justicia restaurativa.
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Imágenes del proyecto de la PriSchool |
PriSchool es un proyecto ideado para el futuro, no una realidad actual. Esta planeado como un programa híbrido de encarcelamiento que desde su raíz es una combinación de prisión y centro educacional, porque lo más original del proyecto es que en ese centro penitenciario se albergaría una Escuela de Criminología. Como si fuera un clásico “hospital universitario”. Además ese centro tendría unas fuertes alianzas con el entorno comunitario en donde estaría situado. En el proyecto, el edificio (ver las imágenes del proyecto) estaría situado en el barrio de Brooklyn en una zona que se conoce como el "bloque del millón de dólares". El “bloque del millón dedólares” es un conjunto de viviendas real en esa zona de New York que se identifica así porque una gran mayoría de sus habitantes están presos y cuestan al estado – su atención en las cárceles federales y centros de detención locales - un millón de dólares al año.
El propósito de esta prisión/escuela es ayudar a los delincuentes no violentos, que han sido condenados a penas de prisión, a reincorporarse a la comunidad para vivir de forma prosocial. El enfoque distintivo y original de la PriSchool es que reclusos y estudiantes de Criminología trabajen juntos para reevaluar los objetivos de la prisión y crear un entorno de rehabilitación que promueva un retorno exitoso a la sociedad.
La prisión “Shimane”
En la misma línea que se propone en la
literatura especializada en rehabilitación, donde se aboga por olvidar las
prisiones como simples “almacenes” de presos y convertirlas en centros de
rehabilitación que combinen la lógica de los clinicas u hospitales en tanto que
centros de tratamiento, centros de producción aunque estén limitados por
cercados, entornos educativos a modo de internados y residencias de personas
con todos los derechos excepto con el de
disponer de su libertad de movimientos fuera del entorno institucional, en Japón
y por medio de una iniciativa combinada público privada se ha puesto en marcha
el Shimane Asahi Rehabilitation Center del que se presentan unas imágenes
aquí.
En su propia página web explican sus
principales características: “La mayor prioridad en Shimane Asahi Center
Programa de Rehabilitación es prevenir la reincidencia de los presos y estamos atendiendo
a este plan a partir de diversas iniciativas. Con la ayuda de los recursos del
entorno comunitario, estamos poniendo activamente en práctica medidas
destinadas a apoyar a los presos después de ser puestos en libertad. Por
ejemplo, ofrecemos un apoyo eficaz para el empleo posterior a la liberación de los
internos a través de un programa educativo que ofrece una amplia variedad de
formación ocupacional y que promueve la conversión del interno para alejarlo de
la conducta delictiva”. A parte de las declaraciones más o menos
grandilocuentes el diseño interior del centro se basa en que gracias a las
nuevas tecnologías el personal del centro sea principalmente especialistas en
atención a personas con necesidades y el resto de funciones se suplen con
mecanismos electrónicos de control que permiten al interno un gran repertorio
de libertades dentro del centro.
Quizás este último modelo de prisión sea el mas “ortodoxo” en el sentido que reúne lo más característico de las prisiones modernas (en las que se ha generalizado el tratamiento, los programas formativos y ocupacionales) pero con una arquitectura de nueva generación que se aprovecha de las nuevas tecnologías de la información y permite que los controles no sean ejercidos directamente por personas –dedicadas a la tarea de controlar directamente a los internos - y esto evita muchos conflictos de convivencia en el interior del centro.
Sin ninguna duda ya hace muchos años que las prisiones han de cambiar su estructura y funcionamiento. Posiblemente el futuro nos reserve una importante reducción de los internos en estos centros y los que queden, que sin duda serán necesarios algunos y mejor que sean los menos posbles, deberan cambiar para cumplir mejor su función. Numerosas razones abogan por estos cambio y estas iniciativas abren el horizonte de la innovación.