“Dios (o los genes) los cría y ellos se juntan” o ¿Quién elige a nuestros amigos?


Cada día los estudios de genética de la conducta nos sorprenden con nuevos y apasionantes descubrimientos. Hace un mes un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Diego y de la Universidad de Harvard, liderado por James H. Fowler, ha mostrado asociaciones consistentes entre dos genes (el DRD2 y el CYP2A6) y la elección de las amistades. El estudio  muestra una mayor preponderancia de similitudes genéticas, en los genes antes mencionados, entre los  amigos adolescentes (cohorte de edad de la que se obtuvieron los datos analizados). Por tanto podemos concluir que las redes de amigos tienen genes comunes.
¿Qué es primero el huevo o la gallina?.¿Los genes determinan la personalidad que es quien elige a las  amistades y se concentran los genes en grupos de amigos o los genes eligen a las amistades que determinan las personalidades de los miembros del grupo? La respuesta esta en el desarrollo de la personalidad y la epigénesis.Etudios anteriores han demostrado que ambos genes, el DRD2 y el CYP2A6, están relacionados con rasgos de personalidad que tienen un papel importante, especialmente, en la constitucion de relaciones interpersonales. El DRD2 se relaciona con el complejo disposicional “impulsividad-búsqueda de sensaciones” y el CYP2A6 con el complejo disposicional “estabilidad emocional”. La personalidad es una variable moderadora entre los efectos de los genes y la elección y mantenimiento de los amigos, la red social de pares tan relevante en la adolescencia.

El tema de las amistades no es intrascendente, especialmente en lo que respecta al desarrollo de la personalidad y la conducta humana adulta. De hecho en la cultura popular se le atribuye una relación directa a las amistades y la personalidad (predictora de la conducta). Solo hace falta recordar el dicho “dime con quién andas y te diré quién eres”. Ahora resulta que la frase debería ser al revés: “dime quién eres y te diré con quién andarás”.

Sabemos, especialmente por los trabajos de Judith Rich Harris, que en la adolescencia las amistades (pares y congéneres) influyen mucho en el desarrollo de las actitudes, los valores y el comportamiento social; en concreto en la cristalización del carácter. Este efecto es especialmente destacado en las conductas sociales (delincuencia) y otras como las adicciones y hasta en la eficiencia en el uso del lenguaje. Las influencias de las amistades – en la adolescencia y juventud - pesan mucho más que las de los padres y la familia, si exceptuamos la influencia mediada la transmisión genética familiar, en la formación de la personalidad.

Este descubrimiento del papel genético en la elección de las amistades (un ejemplo de la interacción evocativa genes x ambiente) viene a añadir evidencias a lo que los psicólogos de las diferencias individuales y de la personalidad hace unos años venimos postulando: el papel activo del individuo (aquí por medio de la selección de los amigos) en la determinación de su personalidad. La personalidad es a su vez causa y resultado de las elecciones de ambientes y dentro de éste a los amigos. Un autor muy reconocido, A. Bandura, denomino “Agency” a la variable psicológica que reúne esta propiedad según la cual es el propio individuo el “agente” de su desarrollo. El estudio de Fowler et al. (2011) aporta nuevas evidencias a favor de aquella hipótesis que se propone como alternativa a la del determinismo de la personalidad humana defendida por autores tan alejados como el propio Freud o Skinner.